viernes, 9 de noviembre de 2012


ÚLTIMO DÍA EN BOXES

Hoy ha sido mi último día en Boxes, tras tres semanas puedo decir que he aprendido mucho. Cuando estás en un sitio durante un periodo de tiempo relativamente largo los conceptos, las técnicas y el funcionamiento del lugar se afianzan con más fuerza dentro de una misma.  También tienes más confianza y estás más suelta porque conoces el lugar.

En Boxes, como ya he comentado en entradas anteriores, las técnicas que más se realizan son canalizar vías, electrocardiogramas, BM-test, toma de constantes y extracción de analíticas.

Las patologías que he visto con más asiduidad son: Síndrome vertiginoso periférico, GEA y Cólicos nefríticos. Me parece interesante hacer un breve resumen de cada una estas patologías, me servirá para reforzar y afianzar los conocimientos adquiridos durante estos días.

VÉRTIGOS:

El sentido del equilibrio es el que nos da lo que se llama conciencia espacial, y las fuentes o vías de información que nos transmiten los eventuales cambios en esta relación son la vista, el laberinto posterior y la sensibilidad propioceptiva en las articulaciones y músculos y la sensibilidad exteroceptiva táctil.

El vértigo es toda incapacidad para mantener una posición deseada en el espacio o la sensación subjetiva de la pérdida de dicha posición, de esta definición se deriva que los vértigos pueden ser divididos en objetivos y subjetivos.
 - Objetivos: Cuando el paciente presenta evidencias clínicas de su incapacidad de equilibrio que puede variar desde la pérdida total  de la capacidad de mantener la postura deseada, hasta diversos grados de ésta como una marcha inestable u oscilaciones corporales en la bipedestación.
 - Subjetivos: Como su nombre lo indica, es la sensación personal de desequilibrio y no se traduce por una pérdida de estabilidad manifiesta clínicamente.
El vértigo periférico Se presenta como crisis súbitas de poca duración, quizás minutos u horas y se acompaña de manifestaciones auditivas como la sensación de plenitud, hipoacusia y acuífenos, así como síntomas neurovegetativos (sudoración, taquicardia, hipotensión y náuseas).

Etiología

El llamado vértigo posicional paroxístico benigno (VPPB) es el tipo más frecuente de vértigo. Se debe a una relocalización del grupo de cristales de calcio (conocidos en conjunto con el nombre de otoconia), que en condiciones normales se hallan en la utrícula del oído interno y que, por alguna razón, salen de su posición original y migran, con el tiempo, hacia uno de los canales semicirculares (por lo general hacia el canal posterior, debido a su posición anatómica). Cuando la cabeza gira (en particular cuando el cuerpo se coloca en decúbito), el cambio de su orientación respecto a la dirección de la fuerza de gravedad provoca un movimiento de los cristales más pesados, lo que causa un desplazamiento anormal del fluido interno del canal (la llamada endolinfa) y, por consiguiente, la sensación súbita de vértigo. La sensación surge sin que haya complicaciones adicionales.

-El síndrome de Meniére: por incremento de las presiones membranosas del oído interno.
-El neurinoma del VIII par craneal (el denominado nervio vestibulococlear o nervio auditivo-vestibular o nervio estatoacúsico).
-Procesos inflamatorio-infecciosos (laberintitis, fracturas del peñasco).
-Otros, como la ototoxicidad, la otosclerosis, y la enfermedad de Paget.

Características clínicas

La aparición del vértigo periférico es brusca (ante cambios posturales, especialmente en el decúbito), de corta duración, con sensación de giro del entorno, hipoacusia, acúfenos, manifestaciones vegetativas exacerbadas y una rápida recuperación.

En la mayor parte de los casos se utilizan medicamentos antihistaminicos, anticolinérgicos y antieméticos
Cuando el cuadro es muy intenso se realizan tratamientos quirúrgicos, con drenaje de la linfa mediante incisiones en el laberinto, la laberintectomía y, otras veces, la sección del nervio auditivo y del nervio vestibular.

GASTROENTERITIS AGUDA:

Bajo este término general se engloban diversos tipos de irritación e infección del tracto digestivo. Habitualmente se trata de una infección menor del tracto digestivo, que se produce cuando algunos microorganismos se multiplican con rapidez en el estómago y en el intestino. Aunque por lo general está causada por un virus, puede tener otros orígenes, como las intoxicaciones por alimentos contaminados o por medicamentos. Los riesgos que conlleva una gastroenteritis dependen de la edad, del estado de salud general del paciente y de las causas que la han generado. Estos síntomas desaparecen rápidamente después de 3-4 días. El tratamiento consiste en reponer agua y electrólitos (fundamentalmente sodio y potasio) y régimen bajo en celulosa (fibra).

Síntomas

La pérdida de apetito y las náuseas, seguidas de diarrea abundante, son los primeros síntomas de una gastroenteritis. Poco después se producen accesos de vómito y movimientos intestinales, con diarrea acuosa, dolores y espasmos abdominales, fiebre y extrema debilidad. Las emisiones fecales suelen ser muy líquidas y algunas veces, si la enfermedad se prolonga mucho tiempo, pueden llegar a contener sangre y mucosidades. Por lo general, los síntomas desaparecen después de dos o tres días. La diarrea y los vómitos que se presentan en un ataque de gastroenteritis originan una rápida pérdida de líquido y de elementos químicos, como sodio o potasio, lo cual puede causar una deshidratación grave, que alteraría la función química del organismo y, si no se remedia, puede afectar la función del hígado y de los riñones. Los riesgos son mayores en el caso de los niños, sobre todo de los menores de 18 meses, y también en los ancianos.

Diagnóstico

Los síntomas de la gastroenteritis son muy evidentes a largo plazo. Si los síntomas persisten por más de tres días se pueden analizar muestras de materia fecal, vómitos, alimentos o sangre para identificar el agente etiológico y tomar medidas de prevención para que se erradique por completo.

CÓLICO NEFRÍTICO:

El cólico nefrítico o cólico renal agudo es un dolor repentino de gran intensidad que se produce generalmente por la presencia de cálculo en el conducto que va desde los riñones hasta el tracto urinario cercano a la uretra.

Etiología:

El dolor del cólico nefrítico es debido a espasmos musculares causados por la incrustación de una piedra de cristales en el ureter y el dolor se presenta incluso si el cálculo no da lugar a la obstrucción total del flujo urinario. En caso de obstrucción y aumento de la presión en la luz del túbulo uretral, se estimula la síntesis y liberación de prostaglandinas que inducen el espasmo del músculo liso que forma parte de la pared del ureter.

Cuadro clínico

Generalmente se produce en individuos que aparentan gozar de un estado de buena salud y, sin previo aviso, comienzan a sentir un dolor intenso en forma de cólico (característico de momentos de alivio y de repentino dolor intenso) en la parte inferior de la espalda y que se va extendiendo hasta la vulva, en las mujeres, y hasta los testículos, en los varones. Se producen manifestaciones vegetativas en una elevación de la frecuencia cardiaca, alteración de la presión arterial, palidez, sudoraciones fría y vómitos. Los enfermos se encuentran sumamente molestos, no pueden permanecer quietos, a menudo agitados, parecen incapaces de encontrar una posición cómoda sobre la cama.
Las náuseas y los vómitos se asocian a menudo con el cólico renal agudo y se producen en al menos el 50% de los pacientes. Las náuseas son causadas por la vía de la inervación de la pelvis renal, estómago y los intestinos a través del eje celíaco y nervio vago. Esto es a menudo agravado por los efectos de estupefacientes analgésicos, que a menudo inducen las náuseas y los vómitos a través de un efecto directo sobre la motilidad gastrointestinal y por medio de un efecto indirecto en la zona de activación quimiorreceptora en el bulbo raquídeo.

Tratamiento:

El tratamiento generalmente conlleva a la hidratación generosa. El tratamiento farmacológico incluye la administración de agentes espasmolíticos como la Butilescopolamina y analgésicos como el Nolotill. El tratamiento de elección en casos no complicados es de tipo conservador, con un buen control del dolor mediante analgesia convencional con AINE y manejo de la sintomatología acompañante (antieméticos, benzodiacepinas). En casos graves, se pueden usar analgésicos más potentes. Si la causa es efectivamente un cálculo renal, éste puede expulsarse espontáneamente, o bien debe ser eliminado con ayuda médica.

Bibliografía:
Síndrome vertiginosos. Disponible en:http://www.sld.cu/galerias/pdf/sitios/otorrino/cap._4_libro2.pdf
Apuntes Clínica I, II y III. URJC

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